Vaca morada
- A la derecha: vacas cafés.
- A la izquierda: más vacas cafés.
- Todo normal, paisaje de siempre.
- Pero de repente: ¡pum! Una vaca morada.
Automáticamente frenas, sacas el celular, le tomas foto y la subes a Instagram con el caption: “No es filtro, es real: vi una vaca morada ”.
Ese es el punto de Seth Godin en su libro Purple Cow: en un mundo lleno de opciones, solo lo extraordinario resalta.
La pregunta incómoda es: ¿eres una vaca morada o eres otra vacacafé que nadie nota?
La trampa de la vaca café
Ser vaca café es lo más fácil. No incomodas, no arriesgas, no das de qué hablar.
Pero también eres invisible. Y hoy la invisibilidad es más peligrosa que el fracaso.
Piensa en tu vida cotidiana:
- Currículums: todos ponen “trabajo en equipo, proactivo y orientado a resultados”. Traducción: copy-paste. El que resalta es el que cuenta cómo logró salvar un proyecto con cero presupuesto y café que sabia horrible.
- Citas: todos invitan a “Netflix and chill”. El que sorprende es el que arma un picnic con pizza en la cajuela o te lleva a jugar boliche, aunque no sepa tirar una bola recta.
- Oficinas: todos hacen juntas eternas con PowerPoint. El que rompe la rutina es el que convierte la reunión en un desayuno campechano y logra más acuerdos en 20 minutos que el resto en dos horas.
Lo común aburre. Lo notable se recuerda.
Ser morado incomoda
Ojo, ser vaca morada no es gratis.
Sí, llamas la atención, pero también levantas cejas.
Habrá quien diga que estás loco, exagerado, “fuera de lo normal”.
Y ahí está el punto: fuera de lo normal.
Airbnb empezó como dos cuates rentando un colchón inflable en su sala.
Tesla era un sueño hippie de carros eléctricos.
Hasta Messi fue criticado por “enano” antes de ser el más grande.
La vaca morada siempre incomoda primero… y después revoluciona.
En tu día a día pasa igual:
- • Si eres el del grupo de amigos que propone un plan distinto, seguro al principio todos dicen “nah, qué hueva”. Pero al final, tu plan es el que recuerdan.
- • Si en la oficina propones un proceso raro, al inicio te miran con cara de “este viene a complicar”. Pero cuando funciona, todos se cuelgan la medalla.
Liderar con vacas moradas
Un jefe vaca café es el que repite frases de cajón: “excelencia en el servicio”, “mejorar continuamente”, “somos como una familia”.
Ya ni motivan ni inspiran, porque todos suenan igual.
Un líder vaca morada, en cambio, se atreve a ser distinto.
- Acepta cuando la riega, en lugar de disfrazarlo con “oportunidad de mejora”.
- Sorprende a su equipo con algo inesperado: desde cambiar la rutina de la junta hasta reconocer públicamente al que siempre trabaja en silencio.
- Se pinta de morado porque entiende que la gente no sigue correos ni organigramas; sigue historias, momentos y experiencias que se salen de lo normal.
Como dice Godin: “Lo opuesto de notable no es malo. Es invisible”.
Y un líder invisible no inspira a nadie.
¿Y tú, de qué color eres?
Nuestra generación (sí, la de 25 a 30 que combina home office con memes de perritos y deudas con la tarjeta) ya no compra discursos de vaca café.
Queremos autenticidad, rareza, jefes y colegas que no se parezcan a todos los demás.
Ser vaca morada no significa hacer circo diario ni disfrazarte de unicornio.
Significa atreverte a ser recordable: que tu trabajo, tu liderazgo, tu vida, dejen huella.
Así que la próxima vez que pienses en tu carrera, tu negocio o incluso tu relación, pregúntate: ¿soy una vaca café más en el paisaje o me estoy pintando de morado?
Porque al final, la vida es demasiado corta para ser irrelevante.