El Refugio, Arroyo Seco, Sierra Gorda, Querétaro
Nos comenta el Padre Chema que su Señora Madre, la Señora María de Jesús Noyola cursaba la trigésimo octava semana del embarazo del cual nacería el Padre Chema, principios de junio de 1967 cursaba su tercer embarazo y en la valoración prenatal de principios de la semana 40, el médico (la partera certificada [o empírica ya se le olvidó al Padre] de la localidad) le comunica a Doña Chuy, izquierdista de corazón el cual estaba ubicado a la izquierda y hacia abajo y a Don Salvador Guerrero Progenitor del Padre que el bebé (Padre Chema) viene en posición de sentado (presentación pélvica), situación muy propensa a complicaciones obstétricas, difíciles de manejar a nivel rancho, por lo cual era necesario trasladarla a una unidad con especialidad gineco obstétrica para que en caso necesario se realizará operación cesárea.
Que se la llevan caminando hasta otra localidad, a través de potreros y acequias, arroyos y laderas, llegaron a comer a casa de una tía en la localidad de San Rafael a unos 10 kms del refugio, y en el reposo postprandial le tendieron un petate y ahí sin mayor ayuda que los familiares acompañantes y la Santísima Trinidad nació el padre Chema, los cuidados hasta los 4 años, fueron los de todo niño amado, cuidado y protegido por un entorno familiar bien integrado, todas las vacunas y los alimentos nutritivos necesarios para poder asistir a misa todos los domingos, donde inició su carrera vocacional al amparo del Padre Mauro muy enojón con la parroquia ya que nadie quería pasar a leer la primera y segunda lectura, cuando el padre Chema a la edad de 4 años dijo que él pasaba el Padre Mauro se enojó más, cómo era posible que un escuincle de 4 años quisiera hacer lo que los adultos no querían hacer, el Padre Chema se defendió y Doña Chuy entró al quite "Ta bien Padre, que no lea, que lea al otro domingo, yo me encargo de que lea bien".
Y entre semana, de lunes a sábado, mientras Doña Chuy le atizaba a la lumbre y/o le pisaba a la máquina Singer para bien vestir al pueblo, el Padre se dedicaba a aprender las lecturas de tal forma que las memorizó y prácticamente las recitó con lo que el Padre Mauro ya mero convulsionaba del coraje, sin embargo se dió cuenta de que ahí había buena semilla (simiente) y talento.