La kakistocracia de Sheinbaum
“Kakistos” (peores) y “kratos” gobierno.
El gobierno de los peores, hoy lo encabeza y personifica Claudia Sheinbaum Pardo, cuatro elementos caracterizan a su administración: ineptitud, corrupción y muerte se combinan con el vacío de autoridad.
Como su padre político, la presidenta prioriza la lealtad por sobre conocimiento y experiencia, no despotrica contra meritocracia y aspiracionismo, pero también así gobierna.
Sus nombramientos adolecieron de un problema adicional: la herencia impuesta de obradoristas reciclados en cargos de primera importancia. Titulares de Secretarías de Estado y dependencias clave no tienen calificaciones para el puesto más allá de su cercanía con el tabasqueño.
Muchos nombramientos propios de la doctora tampoco brillan por su capacidad, los titulares de Economía y Seguridad Pública representan excepciones que confirman la regla.
Las cabezas de Gobernación y Relaciones Exteriores, entre otros, son entes invisibles que bien podrían renunciar mañana sin que nadie se enterase.
Si Petróleos Mexicanos se sigue hundiendo, arrastrando al país consigo, se explica porque Sheinbaum sustituyó a un agrónomo con un académico, ambos sin experiencia administrando a un gigante energético, el primero está ahora a cargo de la vivienda pública, siempre hay algo que se puede empeorar.
La presidenta se ha demostrado además como digna hija de López Obrador en su pasión por las obras faraónicas y su desprecio por la salud y educación.
Será otro sexenio de jugar, con cientos de miles de millones de pesos desperdiciados, a los trenes y avioncitos, aparte de tirar recursos refinando crudo con el pretexto de la soberanía.
Aprendió bien la cantaleta, entonada por años, de las medicinas que ya se compraron o que ya vienen en camino, y ahora la repite. ¿Qué los padres desesperados se manifiestan en las calles? Dijo que había participado Margarita Zavala y así zanjó el asunto.
Sufrimiento y muerte ignorados, lo mismo que todos los fallecidos y desaparecidos por violencia que se siguen acumulando en el país.
Un gobierno de incapaces en que además proliferan las corruptelas.
Ya el país perdió la capacidad de asombro ante los viajes, hoteles, ropa o relojes de la clase política morenista.
En la oposición presumían su pobreza y ahora se descaran con su riqueza. Quien alguna vez dijo que orinó en una coladera para ahorrarse pagar el uso del baño en una gasolinera ahora reclama saber quién decide lo que es lujoso y lo que no.
Sin INAI, los contratos y sus millones están en la oscuridad, lo poco que se logra saber es gracias al periodismo de investigación, la cámara de un ciudadano que también estaba en Tokio o Madrid o, peor, por el cinismo de los propios interesados presumiendo el atuendo o aditamento de precio astronómico en sus redes sociales.
El descaro es absoluto porque se saben impunes; confrontada con las corruptelas que llegan al ámbito público (al parecer de ninguna más se entera) la presidenta pontifica sobre vivir en la honrada medianía y que el poder se ejerce con humildad.
Lo dice con aplomo y seriedad mientras que los susodichos siguen tan campantes porque se saben intocables en sus respectivos feudos de poder: la Secretaría, Cámara de Diputados, Senado o, claro, Morena.
Porque finalmente Claudia Sheinbaum es incapaz de imponer orden, de tomar las acciones para que su mando formal sea real. No se sabe si no puede o no quiere.
Lo indudable es que con esa falta de autoridad encabeza la kakistocracia que desgobierna a México.