ONU: ‘Super Bowl de la diplomacia’
Desde el lunes 22 de septiembre y a lo largo de la semana, los trabajos anuales estelares de las Naciones Unidas incluyeron la presentación de los gobernantes de sus países miembros para que tuvieran sus “15 minutos de fama” en los discursos.
Para variar, México no tuvo presencia a nivel presidencial, sino ministerial, el gobierno nacional no hizo honor, una vez más, al estatus de socio fundador de Naciones Unidas y participante activo en la elaboración de la Carta de la ONU. Grave falla.
De los temas urgentes de la agenda internacional abordados en las reuniones especializadas (guerra en Ucrania, conflicto en Gaza, migraciones, cambio climático e inteligencia artificial, entre otros), yo me enfocaré a comentar uno solo: ¿Sigue siendo relevante la ONU en el mundo actual?
Escuchar declaraciones de algunos líderes mundiales en contra del funcionamiento y, más peligrosamente, de la existencia misma de las Naciones Unidas o atestiguar la irrelevancia de la presencia de mi país en el foro mundial de Nueva York, me revolvió el estómago.
¿Es posible imaginar lo que sería el mundo hoy si en 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, no hubiera sido creada la ONU justo cuando aparecieron las armas nucleares?
Con todas las fallas, burocratismo y defectos que usted quiera endilgarle, yo me atrevo a decir que, sin las Naciones Unidas, las grandes potencias dejadas a su arbitrio nos hubieran conducido a la guerra nuclear total.
Para calmar la ansiedad, repasé un libro de Juan José Bremer (experimentado diplomático mexicano) escrito en la primera década de este siglo: Tiempos de guerra y paz. Los pilares de la diplomacia de Westfalia a San Francisco (Penguin Random House, serie Debolsillo, 2017).
Si la AGNU es el gran foro de deliberación internacional y un plenario en el cual cada país cuenta con un voto, es porque los países en desarrollo, entre ellos México, presentaron una batalla feroz en la Conferencia de San Francisco (1945) para que tuviera amplias atribuciones.
“La discusión se dio”, nos relata Bremer, “entre la postura más restrictiva de que la Asamblea estuviera facultada sólo para discutir cuestiones relacionadas con la paz y seguridad, y las demandas de un importante número de países -entre los que destacaban Australia, Chile, Colombia, México y Perú- de que la Asamblea tuviera la capacidad de abordar cualquier asunto incluido en los propósitos y principios de la Carta, o dentro de la esfera de acción de las Naciones Unidas”.
Además, la AGNU quedó facultada para hacer recomendaciones a los miembros de Naciones Unidas o del Consejo de Seguridad en los temas contenidos en la Carta de Naciones Unidas,
“Esta fue una victoria importante”, destaca Bremer, pues abrió las puertas para que se abordaran otros temas que impulsaron el desarrollo de la Organización.
Los temas de la paz y seguridad dominaban la agenda de la Conferencia de San Francisco, pero durante las negociaciones diplomáticas de la época se dio un giro importante.
En el artículo 55 de la Carta se estableció que la ONU deberá promover estándares más elevados de vida, empleo y condiciones de progreso económico y social; soluciones a problemas económicos sociales y de salud, y fomentar la cooperación internacional en los casos de cultura y educación, derechos humanos y libertades fundamentales para todos los seres humanos.
El artículo 55 de la Carta de Naciones Unidas contiene un mandato de transformación social, escribe Bremer.
“Su tono misionero ha sido visto como una concesión a las delegaciones más comprometidas con una institución de más altos vuelos y objetivos sociales más concretos”, concluye el autor.
De nuevo pregunto: ¿Qué sería del mundo sin la ONU?
No se equivoquen, señores gobernantes ignorantes de la historia de las Naciones Unidas y su papel en la historia contemporánea de las relaciones internacionales: