Todos esperamos un milagro

Es triste. Siempre es triste atestiguar la muerte lenta de lo querido, de lo necesitado, de lo importante.

Es triste presenciar el fin de aquello que albergó también motivos y recuerdos de momentos felices. Durante estos días hemos presenciado la dolorosa agonía y muerte de la Presa de La Boca con sus últimos estertores, como quien ve morir a una abuela anciana y querida.

Impotentes ante el fatal desenlace, nos reunimos a rezar con votivas encendidas en torno a ella esperando un milagro que no sucede.

Esperamos tal vez que pronto llegue una gloriosa resurrección a cualquier precio; ¡Que suceda el milagro!

Que los rayos y truenos revienten el cielo...

...y las nubes en espiral giren negras con las ráfagas de viento que aúlla y ruge….que vuelen techos y se rompan ventanas, que la ciudad se destroce y los puentes caigan, que las calles se conviertan en ríos y las laderas erosionadas de las montañas se conviertan en avalanchas de agua y lodo que desemboquen en el cadáver vacío de la presa devolviéndole la vida.

¡Que suceda el milagro! aunque tengamos que pasar por el calvario de sobrevivir a un huracán monstruoso que nos llena de terror. Porque no es un milagro pequeño lo que necesitamos, sino uno muy grande y poderoso.

Soñamos con que luego del milagro -si sucede-, no solo la volveremos a ver llena de vida con su espejo de agua serena brillando bajo la luz del sol; sino que volveremos a reunirnos con los amigos y la familia en torno a ella los fines de semana.

Y volveremos a reír y a navegar en lanchas y catamaranes, o a pasear en caballitos a lo largo de sus orillas, a comer pescado frito con arroz rojo y de postre un dulce de calabaza en tacha con piloncillo y beber y jugar, como siempre olvidándonos de todas nuestras angustias.

¡Que suceda el milagro!

Por ahora su muerte es inminente. El cadáver yace con la mirada perdida y vacía apuntando a un cielo sin nubes que no ofrece esperanza.

Nos deja en herencia la amarga y seca experiencia con una buena cantidad de culpa…esa culpa que deja la indolencia propia de los tiempos de bonanza.

Una bonanza y abundancia que en realidad nunca tuvimos a manos llenas, pero que creímos tener; y que ahora se convierte en historia, en memoria, en recuerdos nostálgicos.

No podemos evitar verla morir desahuciada y en lenta agonía.

Todos queremos un milagro…

...que resucite la Presa de La Boca.
Susana Valdés Levy

Premio Estatal de Periodismo 2014 en la categoría de Periodismo de Responsabilidad Social, otorgado por la Asociación de Periodistas de Nuevo León A.C. Premio a la Excelencia Profesional 2020, otorgado por el Colegio de Profesionistas de Nuevo león y la CCNL. Más de 800 artículos publicados en medios de comunicación de alcance nacional. Maestra de Comunicación en la Universidad de Comunicación Avanzada (UNICA). Conductora del noticiero de radio Vespertino ABC Noticias, para Grupo Radio Alegría.